By Beatriz Martínez-Daranas, Profesora e Investigadora - Centro de Investigaciones Marinas, Universidad de La Habana (CIM-UH)
3 de junio de 2017
Las algas marinas están entre los organismos más antiguos de la Tierra. Cuando durante las inmersiones miramos la pantalla de nuestro ROV (Vehículo No Tripulado, según sus siglas en inglés) estamos ansiosos por saber cuál es la máxima profundidad en la que pueden vivir las algas. Sólo podemos imaginarnos cómo estos misteriosos organismos se adaptan a vivir a tales profundidades con niveles de luz tan bajos.
Hasta ahora, durante nuestras inmersiones en arrecifes mesofóticos cubanos, hemos encontrado algas marinas viviendo a profundidades de alrededor de los 170 metros (en la zona mesofótica más baja) Las algas más profundas son formas dispersas incrustadas de Rhodophyta, pero entre los 80 y 100 metros se hacen más densas y aparecen algunas misteriosas algas verdes costrosas. Con la luz del ROV, la pared parece una pintura abstracta debido a las algas y las esponjas.
Entre los 100 y los 50 metros, aparece el alga verde Halimeda copiosa, que se hace más abundante al centro de la zona mesofótica donde hay espacio suficiente para competir con esponjas y otros invertebrados. En la parte superior de la pared o sobre algunos salientes rocosos, esta especie puede formar “cortinas del escenario” detrás de las cuales hay peces que salen a actuar.
Donde el arrecife se hace plano con áreas de colinas y estrías, en la zona mesofótica más alta (40 – 30 metros) la diversidad de organismos crece rápidamente, y lo mismo sucede con las macro-algas. Otras especies de Halimeda, Dictyota y otros géneros aparecen, pero la especie que cubre la mayor parte del escenario es la Lobofora sp. marrón. Puede que sea una especie diferente a la que encontramos en aguas menos profundas.
Se han encontrado hasta ahora más de 560 especies de macro-algas en aguas cubanas, 88% de ellas entre la zona inter-mareal y los 15 metros de profundidad. Esta expedición es una gran oportunidad para descubrir nuevas especies y aprender su distribución en las profundidades.
Otro descubrimiento interesante fue que muchas veces encontramos fragmentos de Thalassia testudinum sobre el fondo, a 170 metros de profundidad y más. Esta observación demuestra cuán interconectados están los ecosistemas marinos.